Ancor Montaner, aprendiz de Maestros de la Costura
TEXTO y FOTOS: ELVIRA VALERO
El elianero Ancor Montaner (28 años) es uno de los 12 aprendices de la cuarta edición de Maestros de la Costura, el exitoso talent de moda que emitirá TVE a partir de mañana lunes 25 de enero. Ancor, graduado en Bellas Artes y profesor de pintura y patronaje, ha visto cumplido “un gran sueño” al participar en el programa que tiene como jurado a Lorenzo Caprile, María Escoté y Palomo Spain tras superar un casting de 15.000 aspirantes. Y es que, ante todo, es un apasionado de la moda, especialmente del estilo de los años 50; una época que le inspira “porque sus diseños son escultóricos, auténticas obras de arte”. Lleva años diseñando y cosiendo para su mujer, a quien considera su musa, y que es quien le apuntó al casting para participar en Maestros de la Costura, porque él siempre se ha considerado “demasiado tímido y autoexigente” como para intentarlo. “Jamás pensé que iba a entrar”, reconoce en en la charla que mantenemos con él horas antes del esperado regreso del concurso conducido por Raquel Sánchez Silva.
Demuestras una gran sensibilidad por el arte: te dedicas a la pintura, a la moda e incluso has compartido siempre tu gusto por la decoración. ¿Desde cuándo y de qué manera surgió?
Creo que siempre he sido una persona muy creativa, desde que soy muy pequeño. Recuerdo que cuando era niño solía hacer castillos con cajas de cartón y vestía a las muñecas de mis primas. Mi madre desde muy pequeño potenció mi pasión por el dibujo y la pintura, y a los seis años me apuntó a una academia de pintura, a la que seguí yendo durante muchos años. Por otra parte siempre me ha gustado que mi entorno sea atractivo y elegante. De hecho mi lema es hacer el mundo materialmente más bello. Por eso me aficioné a decorar y redecorar las casas de mis familiares. Después acabé estudiando Bellas Artes y Arquitectura de interiores. Fue entonces cuando descubrí que mi verdadera pasión era la moda, confeccionar diseños basados en las fantasías de los años 50.
En el caso de la moda y la confección, ¿cómo empezó todo? ¿cómo aprendiste?
Mi pasión por la moda se me reveló cuando estaba en la universidad. Aunque mi interés por los años 50 ya se había despertado, empecé a diseñar y a confeccionar de forma autodidacta, a partir de un proyecto de la universidad y de la compra de varias revistas de moda auténticas de la época. En concreto, una de esas revistas tiene como portada una foto de Brigitte Bardot, en la que lleva su famoso vestido de novia de vichy rosa y blanco, acompañada del lema “hágaselo usted misma”. Y yo, que soy de “pensat i fet”, no dudé ni un momento en mi capacidad para reproducirlo. Lo que salió de ahí fue algo nefasto, pero eso no me desanimó para seguir intentándolo. Y desde entonces no he parado. Asistí a algunas clases presenciales en la escuela de patronaje de Valencia, y más tarde, en Inglaterra, me aseguré una mentora, mi querida amiga Karen, quien hace reproducciones de vestidos del siglo XVIII. Generalmente investigo a través de Internet, pero como mejor aprendo es analizando en vivo trajes auténticos de los años 50, que colecciono para estudiar y atesorar. Para mí, es colaborar con la historia. Los 50 me fascinan porque la ropa es escultórica y artesanal. Son prendas únicas hechas para durar. Tienen mucho que ver con el Slow Fashion y el ir adaptándose a los tiempos sin tener que tirarlas. Era otra manera de hacer moda, de ver la vida, incluso el medio ambiente, y me parece algo muy romántico. Además, en las tiendas vintage encuentras piezas de esa época que suelen llevar notitas, donde las antiguas dueñas hablaban del uso que le habían dado a la prenda. Sin duda, es dar un valor a la ropa que hoy no le damos.
Yo hablo el lenguaje de los años 50 y el tejido me dice que hacer
¿Siempre realizas diseños propios o te inspiras también en otros diseños?
En mis diseños suelo siempre inspirarme en Pinterest, Internet, libros, revistas… para coger ideas. Después, voy a las tiendas de telas y busco los tejidos que me interesan; selecciono, me adapto y juego con mezclar diferentes trozos de prendas. Es algo muy divertido y apasionante. Entonces, aunque vayas con una idea predeterminada, lo cierto es que siempre es el tejido el que te habla, tú ves una tela plana o enrollada y ya te está diciendo qué vestido debe salir de ahí. Yo hablo el lenguaje de los años 50, y el tejido me dice qué hacer.
¿Qué ha significado para ti participar en un talent de costura con tanto éxito? ¿Cuáles eran tus expectativas?
Aún no me lo creo. Yo soy super fan de Maestros de la Costura, he seguido todas las ediciones y cada prueba a la que se enfrentaban los concursantes la he vivido como si la estuviera haciendo yo, de hecho las realizaba mentalmente. Además, es un programa donde los concursantes consiguen entrar en los hogares, yo sentía que quería conocerlos, ser amigo de ellos. Mi mujer me apuntó al casting a traición, porque yo soy una persona muy tímida y muy autoexigente, y nunca creí que podría llegar a entrar. Aunque reconozco que todo el mundo me animaba a participar porque pensaban que podía hacerlo. Para mí, todo esto ha sido un sueño, y las expectativas se han cumplido con creces, aunque cuando estás dentro lo único que piensas es en sobrevivir a cada prueba.
¿Cómo has vivido el tener que llevarlo en secreto? ¿Cómo te sentiste al anunciarlo públicamente?
Lo peor ha sido tener que “mentir” a la gente. Yo les dije que me había ido a estudiar a Madrid un tiempo, el tiempo que duró el rodaje. Pero la que peor lo ha llevado ha sido mi mujer, que es la que, además de mentir, ha tenido que ser coherente con su mentira durante más tiempo. Ahora que he podido gritar a los cuatro vientos que soy uno de los 12 aprendices, mis familiares, amigos y conocidos no paran de felicitarme, incluso muchos se han emocionado. Poder contarlo ha sido quitarme un gran peso de encima.
¿Cómo fue el casting? Cuéntanos el proceso.
No tenía ninguna confianza en mí, pero, casi sin darme cuenta, fui superando uno a uno los castings hasta llegar al último. Tras cada casting yo le decía a mi familia: “ya veréis como no paso al siguiente”, a lo que ellos me respondían que estaban seguros de que lo conseguiría. Yo desde siempre he tenido pánico escénico y mucha vergüenza, pero decidí ver los castings como oportunidades para vencer mi timidez y ganar algo de autoestima. Todavía no me creo que haya sido uno de los 12 seleccionados de entre más de 15.000 aspirantes. Es algo muy grande y emocionante.
Todavía no me creo que haya sido uno de los 12 seleccionados de entre más de 15.000 aspirantes
Hemos visto la promoción de MDC y promete momentos muy divertidos junto a otros de una gran tensión, ¿lo has vivido con presión o, por encima de todo, has disfrutado?
Sin presión no hay emoción, y yo he podido experimentar ambas con gran intensidad.
Explicabas que tu deseo es seguir dedicándote a ello y poder desarrollar tu carrera como modisto.
Sí, mi sueño es tener mi propia Maison, al estilo de los y las grandes diseñadoras de los años 50. Y si pudiera vestir a alguien para alguna alfombra roja, pues mejor.