Juan Pedro Serrano, secretario general del PSPV de La Pobla de Vallbona
Las derechas españolas se concentrarán en Madrid el próximo 13 de junio para protestar contra la posible intención del gobierno de indultar a los políticos presos del ‘procés’. De nuevo, juntas y cada vez más revueltas, tratarán de ofrecer esa imagen de unidad patria que tanto reivindican, pero por la que tan poco trabajan. Asistiremos a una nueva representación de ese rancio y trasnochado frente nacionalista que conforman, y que pretende constituirse en azote de socialistas radicalizados, comunistas bolivarianos y, en general, todo tipo de enemigos declarados de ‘su’ España. El Partido Popular, que reclama patriotismo y sentido de estado a la oposición cuando gobierna, solo ofrece deslealtad y crispación cuando está en la oposición.
Conocemos bien el juego de trileros que practica la derecha: cualquier opinión o propuesta que surge de sus filas la encuentran razonable, pero les resulta inaceptable si la formula un adversario político. Así, quienes no hace tanto admitían que “la independencia vasca es legítima si no se impone por la fuerza”, o quienes en plena oleada de atentados conversaban con ETA y la calificaban como Movimiento de Liberación Nacional Vasco, no tienen reparos en seguir utilizando a la banda terrorista como arma arrojadiza contra el Presidente Sánchez, diez años después de su desaparición. Los mismos que afirmaban hablar catalán en la intimidad y no dudaron en firmar el ‘Pacto del Majestic’ con CIU, que significó el mayor traspaso de competencias a una autonomía desde el inicio de la democracia, demonizan ahora los intentos de diálogo del gobierno con los nacionalistas catalanes y condenan cualquier posibilidad de acuerdo con ellos.
La fundación CIVIO atribuye a Aznar 6.132 indultos durante sus ocho años de gobierno, lo que
equivale a una media de más de dos por día. Mariano Rajoy, por su parte, indultó a 953 personas. Entre los beneficiados por esta medida de gracia encontramos políticos corruptos, jueces prevaricadores, banqueros ladrones, conductores camicaces y alguno de aquellos golpistas que asaltaron el Congreso un 23-F de 1981. Cierto es que en este último caso fue Felipe González quien concedió el indulto a Alfonso Armada, pero no recuerdo que el PP se opusiera, entonces, al mismo, ni que recogiera firmas o llamara a la movilización para evitarlo.
La actitud hipócrita, insolidaria y desleal que el PP vuelve a mostrar hacia el gobierno del PSOE, que siempre le ha apoyado desde la oposición en cuestiones de estado, no tiene nada que ver con la justicia o con la oportunidad de los posibles indultos. Es consecuencia, más bien, de la concepción profundamente antidemocrática que este partido tiene del ejercicio de la política. Revela, además, el sentimiento de pertenencia que la derecha española tiene del poder, basado en la negación del otro, del que discrepa, al que permanentemente deslegitima como alternativa.
Mientras el gobierno decide respecto a los indultos, en un ejercicio extraordinario de responsabilidad y sentido de estado, la derecha crispa y dificulta un proceso de normalización que resulta inevitable. Es el momento de la política con mayúsculas, no del oportunismo político. Nos encontramos ante una ocasión única para demostrar que somos capaces de llegar a acuerdos, dialogar, intentar construir una España diferente, sin exclusiones, respetuosa, solidaria, en la que todos y todas cabemos. En este empeño, si el indulto resulta necesario, vale la pena intentarlo.