
La cal en el agua es un problema silencioso que afecta a la mayoría de los hogares españoles, reduciendo la eficiencia de los electrodomésticos, provocando averías en las tuberías y afectando a la salud de la piel y el cabello.
El agua dura, con alta concentración de minerales como calcio y magnesio, es una realidad en gran parte del país, especialmente en regiones como la Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía y Cataluña. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en muchas zonas la dureza del agua supera los 200 mg/l de carbonato de calcio, lo que favorece la acumulación de cal en instalaciones y dispositivos domésticos.
Cómo nos afecta la cal presente en el agua del hogar
Los efectos del agua dura van mucho más allá de la simple aparición de residuos calcáreos en grifos y duchas. Su impacto en el hogar se traduce en costes de mantenimiento elevados, mayor consumo energético y en definitiva un deterioro progresivo de todos los equipos por dónde pasa el agua.
Los electrodomésticos, como calentadores y lavadoras, ven reducido su rendimiento debido a la acumulación de cal en sus resistencias, lo que obliga a un mayor consumo de energía para funcionar correctamente y, en consecuencia, incrementa la factura de luz o gas.
Las tuberías también sufren las consecuencias de la dureza del agua. Con el tiempo, la acumulación de cal reduce el caudal, lo que puede generar bloqueos y, en los casos más graves, provocar costosas averías y fugas. Además, en sistemas de calefacción central, la cal puede generar incrustaciones internas que disminuyen la eficiencia del sistema, obligando a un mayor consumo de energía para alcanzar la temperatura deseada. Esto no solo repercute en la economía del hogar, sino que también supone un impacto medioambiental al aumentar las emisiones de CO₂ derivadas del uso excesivo de calefacción y calentadores. Con el tiempo, la acumulación de cal reduce el caudal, lo que puede generar bloqueos y, en los casos más graves, provocar costosas averías y fugas. En el ámbito de la higiene personal, el agua con un alto contenido en cal puede resecar la piel, agravar problemas dermatológicos como la dermatitis y dejar el cabello sin brillo ni suavidad, afectando al bienestar diario de quienes la utilizan.
Además, la cal reduce la efectividad de los productos de limpieza. Al impedir que jabones y detergentes hagan espuma correctamente, es necesario utilizar mayores cantidades para obtener los mismos resultados, lo que incrementa el gasto en productos de aseo.
Los descalcificadores son especialmente útiles para zonas con agua dura
La creciente preocupación por los efectos del agua dura ha llevado a muchos hogares a optar por descalcificadores, dispositivos diseñados para eliminar la cal y mejorar la calidad del agua. Su funcionamiento se basa en un proceso de intercambio iónico, en el cual las resinas del equipo capturan los iones de calcio y magnesio presentes en el agua y los sustituyen por iones de sodio. Este proceso suaviza el agua, evitando que la cal se deposite en tuberías y electrodomésticos.
«Cada vez más familias se dan cuenta de que instalar un descalcificador no es un lujo, sino una inversión a largo plazo en confort y eficiencia energética», explican desde Tienda Iglesias. Quienes distribuyen en España los descalcificadores Novo, uno de los modelos mejor valorados relación calidad precio para este tipo de equipos de eliminación de cal en hogares.
Invertir en agua descalcificada es una decisión inteligente para mejorar la calidad de vida y reducir gastos innecesarios.