José Tomás, clarinetista de la Orquesta Nacional Española
43 años son media vida. Y media vida dedicó José Tomás, clarinetista casinense, a la Orquesta Nacional Española. Pasó de la banda de Casinos a los mejores auditorios. Siempre respaldado por su familia, José Tomás se labró un nombre en el mundo de la música. Él y su clarinete llegaron donde tenían que llegar: a lo más alto.
¿Cómo empezó su carrera profesional?
Empecé a tocar el clarinete en la banda de Casinos. Tenía capacidad y estudié en el Conservatorio de Valencia. Estuve ocho años en la Banda Primitiva de Llíria y conseguí plaza en la Banda Municipal de Mallorca. Al tiempo entré en la Banda Municipal de Madrid, donde estuve tres años, y al final en la Orquesta Nacional Española. En 43 años he tocado en Japón, en la ONU en Nueva York… he estado en los mejores auditorios del mundo.
¿Cómo recuerda su paso por la banda municipal de Casinos?
A los siete años ya tenía un clarinete, y a los diez hice mi primer solo en lo que era el Cine Moderno. Mientras yo tocaba, mi hermano, que también estaba en la banda, me llevaba el compás. Éramos niños. Ahora la banda ha crecido y hay muchos jóvenes con talento, como en todas las bandas del Camp de Túria.
¿Su familia te apoyó para ser músico?
Sí, tuve esa suerte. Mi padre, Salvador Tomás, estaba obsesionado con que mi hermano y yo fuéramos músicos. Desde aquí le doy las gracias. A pesar de las necesidades de la época yo me dediqué a estudiar el clarinete. Todos trabajaban y yo hacía lo que más me gustaba. Con los años mi hermano ingresó en la Banda Municipal de Valencia y yo en la ONE.
¿Qué le aportó la Banda Primitiva de Llíria?
Me preparó muchísimo. Su director, José María Malato, tenía una gran formación e hizo transcripciones de obras para orquesta. Gracias a esto conocí el repertorio de la orquesta con el clarinete. Me ayudó a formarme porque, junto con la Unión de Llíria, son dos grandes bandas sinfónicas que tocan obras como puede tocarlas la Orquesta Nacional, sin duda.
¿Qué ha significado para usted la música?
Para mí ha sido mi segunda familia y he podido vivirla intensamente. Ser músico es difícil. Se viaja mucho y es una profesión de la que no puedes desconectar al llegar a casa. Si vives de la música te pasas el día pensando en lo que tienes que hacer: un solo, un ensayo… Convives con los nervios. Nervios que solo puedes controlar con una buena preparación. Al final la música la sientes porque la llevas dentro, va contigo allá donde vas.
¿Planea volver a vivir a Casinos en el futuro?
No de manera definitiva. Me jubilé en 2014 pero mis hijos y mis dos nietos están en Madrid. Mi mujer y yo vivimos allí, pero volvemos a Casinos siempre que podemos.