Sí, por supuesto. Para los jóvenes deportistas, empezando desde los querubines con cinco añitos y llegando hasta los juveniles de dieciocho, la práctica del deporte es una herramienta educativa de alto valor. A través del deporte el joven puede interiorizar conceptos tan importantes como el compañerismo, el trabajo en equipo, la capacidad de superación, la responsabilidad personal, la toma de decisiones, etc… Y también puede fomentar en un alto grado su autoconcepto y su autoestima, aparte de fortalecer su salud.
Independientemente de que el joven el día de mañana haga del deporte su profesión y su medio de vida, o simplemente sea ésta una afición que le haya acompañado durante una etapa de su desarrollo personal, todos estos valores aprendidos y todas estas capacidades adquiridas le serán de gran ayuda en su vida diaria. Repercutirán positivamente en el modo en que encara el trabajo, los estudios, las relaciones afectivas, en su desempeño social, etc…
Sin embargo, para conseguir todo estos beneficios, las personas que trabajan con los jóvenes deben tener claro que están formando personas. Tanto entrenadores, como directivos, como los propios padres, han de ser muy conscientes que por encima de todo los jóvenes son personas, con sus propias ideas, ilusiones, pensamientos, sentimientos, emociones, etc…
Y no olvidemos que los adultos somos modelos de comportamiento para ellos. Que ellos no harán lo que les digamos, sino lo que nos vean hacer. Está claro que “lo que haces grita más fuerte que lo que dices”, y por tanto a eso es a lo que los chavales se van a agarrar y van a usar de pauta para su comportamiento.
Todos los que solemos acudir a eventos de deporte de formación tenemos en mente a padres y madres, entrenadores, directivos, o simplemente espectadores que creemos que no se comportan como debieran. Pero más allá de fijarnos en los demás, yo propongo que nos fijemos (¡y mucho!) en nosotros mismos, para ver si con nuestras actuaciones estamos influyendo positivamente y ayudando a que los jóvenes extraigan todos los beneficios del deporte de competición.
Quiero animar a todos los padres a que apunten a sus hijos a escuelas deportivas, respetando siempre el deporte que los chicos prefieran practicar. Será una experiencia enormemente positiva para ellos. Pero no nos quedemos ahí, sino que a partir de ahí hablemos con los responsables del club y velemos diariamente porque todos aquellos adultos que van a participar en el proceso formativo de nuestros hijos, incluídos nosotros, actúen con la responsabilidad adecuada a la tarea que tienen entre manos. ¡Así formaremos campeones!
Jesús Martí Gómez
Coach Deportivo y Personal
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