Una de las quejas más frecuentes de los entrenadores de jugadores jóvenes es que el deportista no es capaz de pensar y tomar decisiones. Ante determinada situación del juego se podía haber optado por una solución mejor que la que previamente se había entrenado. Pero el chico ha realizado, casi mecánicamente, aquello ensayado durante la semana.
Queremos que piensen, sí. Que sepan leer la situación y tomar la decisión más adecuada para resolver con éxito la jugada. Pero ¿en algún momento de la semana les hemos enseñado a pensar? ¿O simplemente programamos ejercicios donde todo está predefinido y nosotros vamos indicando exactamente qué hay que hacer en cada situación?
Si desde muy temprana edad los chicos se acostumbran a recibir órdenes delegando la responsabilidad de ser creativo y tomar decisiones en el entrenador, será muy difícil que luego tomen la iniciativa cuando sobre el terreno de juego haya distintas opciones para elegir. Para evitarlo debemos fomentar en los entrenamientos la iniciativa, el asumir responsabilidades, la variabilidad y la originalidad en las acciones de los jóvenes.
Para ello se pueden programar entrenamientos donde se señale un objetivo concreto que haya que alcanzar. Se establecerán unas pocas reglas para que el ejercicio no se convierta en un caos, y a partir de ahí los jóvenes podrán aportar cualquier solución que se les ocurra para alcanzar dicho objetivo.
Es fundamental que se refuerce con palabras y gestos todas las iniciativas que se tomen, aunque estas no consigan el objetivo propuesto. Cuando la solución que ha aportado el joven era razonable, aunque no haya alcanzado el éxito, se debe reforzar. Si la solución no era razonable se debe descartar pero, muy importante, explicando concretamente el porqué se descarta, con criterios claros que los chicos puedan entender y aceptar y que no den lugar a confusión.
Por último, como entrenadores debemos estar muy atentos para detectar el miedo al error que muchos chicos muestran desde bien pequeños. Y más cuando en muchos casos nosotros mismos estamos fomentando ese miedo, pues va asociado al miedo a la reacción del entrenador cuando el joven ha hecho algo que no estaba en el guión… y encima no ha dado el resultado apetecido. Debemos inculcar que el fallo enseña. Que es nuestro aliado para aprender, pues si no se cometen fallos y se aprende de ellos nuestra capacidad de mejora queda estancada y nunca lograremos superarnos a nosotros mismos.
Lógicamente, todo esto debe hacerse dentro de unas normas de funcionamiento que deben delimitar las acciones de los deportistas. Debemos de ser capaces de equilibrar la enseñanza de las técnicas y movimientos concretos que se deben asimilar, con la libertad suficiente para que los jóvenes puedan desarrollar su creatividad e iniciativa.
Jesús Martí Gómez
Coach Deportivo y Personal
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