Robert Raga, alcalde de l’Ajuntament de Riba-roja de Túria
Fue en diciembre de 1994 cuando un gobierno socialista aprobaba la ley sobre los espacios naturales de la Comunitat Valenciana en la que se establecían diferentes niveles y ámbitos de protección. Su génesis significó un punto de inflexión en la concepción que desde siempre se había tenido alrededor de nuestro territorio sobre la importancia de saber aprovechar los recursos que la naturaleza, muy sabia ella, ha puesto a nuestra disposición. Con más de una veintena repartidos a lo largo de nuestro territorio, los parques naturales forman parte no solo de nuestro ecosistema natural sino que constituyen un eje fundamental para explicar la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, desde hace años buena parte de los municipios existentes alrededor de estos auténticos tesoros naturales viven completamente de espaldas a ellos. Pese a las enormes posibilidades que los parques representan para muchas de estas localidades, un buen número de ellas pequeñas y con carencias económicas, a día de hoy se arrastran problemas endémicos que impiden un desarrollo eficaz y sostenible por la falta de coordinación en la gestión por parte de todas las administraciones públicas implicadas en los mismos.
En el caso del cap i casal y del área metropolitana, más de un millón de habitantes entre todos ellos, el parque natural del Túria es con sus 4.480 hectáreas de extensión uno de los más conocidos, no solo en nuestra Comunitat sino también en el resto de España. Con más de un millón de visitantes anuales, a su singularidad intrínseca cabe añadir otras como el parque fluvial que discurre por el mismo con especies anfibias y vegetales autóctonas -algunas únicas en Europa- o incluso un platanero reconocido en Europa, además de los poblados arqueológicos del Pla de Nadal, València la Vella, la Lloma de Betxí de la edad del bronce o una línea defensiva de la guerra civil. Su importancia traspasa fronteras y es objeto de disfrute entre los muchos turistas europeos que nos visitan cada año. No solo se trata de que puedan visitarlo, disfrutarlo y llegar a quererlo. Incluso, esos mismos visitantes se encargan de promocionarlo y extender sus excelencias entre sus familiares, amigos y compatriotas. El boca a boca es la mejor de las marcas de las que puede disponer un enclave como el parque natural.
Por ello, desde el Ayuntamiento de Riba-roja y desde la asociación de municipios vinculados al Túria hemos exigido en las reuniones que hemos mantenido con la Conselleria de Medio Ambiente, la última hace escasas semanas, la necesidad de que, de una vez por todas, los organismos públicos implicados -Confederación, Generalitat, Diputación y Ayuntamientos- coordinen una actuación conjunta que permita efectuar todas las actuaciones necesarias a corto plazo tras años de triste olvido. De hecho, la última de las inversiones realizadas se remonta al año 2007 cuando el gobierno de Zapatero destinó 17 millones de euros con fondos europeos. Desde entonces no se ha ejecutado ningún tipo de actuación más a pesar de que el gobierno del Botànic ha incrementado los fondos en medio ambiente. Estamos aún lejos de las cifras adecuadas para salvaguardar el parque y el río Túria, un ecosistema que siempre ha sido un vivero de oportunidades y riqueza para el pueblo y ahora es el momento de retomar esa senda. Más allá de cualquier enconada disputa política debe prevalecer el sentido común y el seny: nuestro ecosistema debe prevalecer por delante de todos y de todo. Al final cuando hablamos de parques naturales no sólo se trata de proteger un entorno concreto sino de articular políticas basadas en un crecimiento sostenible, con políticas racionales y justas y programas adecuados para llevarlas a buen término. Nuestros ciudadanos nos lo agradecerán.
A qué tipo de coordinación se hace referencia en el supuesto publicado?
¿A la coordinación interorgánica o intersubjetiva?
Gracias