Robert Raga, alcalde de Riba-roja y presidente del Consorcio València Interior
La última expedición científica que está trabajando actualmente en el Ártico no puede ser más concluyente y al mismo tiempo más pesimista sobre las enormes consecuencias que está sufriendo la Tierra por la acción del hombre durante tantos y tantos años. Más de 600 científicos procedentes de 20 países –entre ellos, tres equipos españoles- se afanan a marchas forzadas por estudiar la deriva que está sufriendo el planeta. De hecho, se calcula que el 40% de la capa de hielo ha desaparecido por completo en las últimas cuatro décadas y, con ello, algunas especies marinas pueden desaparecer en los próximos años. La cadena trófica -esencial en el ecosistema- podría, por tanto, resquebrajarse y afectaría al resto del mundo. A todos sin excepción.
Si tomamos como referencia la metáfora según la cual el Ártico es como el aire acondicionado que regula la temperatura en todo el hemisferio norte, creo que es el momento oportuno para continuar adoptando medidas serias y drásticas en nuestro día a día sin ninguna espera más. Todos tenemos nuestro grado de responsabilidad en las consecuencias que estamos sufriendo actualmente y, por ello, debemos trabajar en un sentido inequívoco para amortiguar el cambio que se nos avecina.
Los ayuntamientos, como las administraciones públicas más cercanas al ciudadano, tienen la misión de aplicar las directrices que en el ámbito europeo entran en vigor desde este año 2020. La economía circular se impone como uno de los caminos a seguir para luchar contra el cambio climático que está modificando nuestro entorno y que tiene consecuencias directas sobre nuestra vida. Recuperar el 65% de los residuos sólidos del ámbito doméstico es una de las obligaciones que deben acometerse antes de finalizar el año. Sin duda un buen motivo para que entre todos tengamos la suficiente capacidad desarrollar un proyecto que debe ser la culminación a la campaña en defensa del medio natural, como instrumento ineludible para fomentar las políticas de reciclaje y aprovechamiento de los residuos que se generan en nuestras casas.
Desde el Consorcio València Interior (CVI) estamos explicando a todos los agentes que intervienen en este proceso la importancia de seguir las directrices que nos marcan desde Europa porque sólo así podremos avanzar en la lucha por alcanzar la sostenibilidad ambiental. En total, se trata de 61 municipios que engloban las seis mancomunidades que la forman: Rincón de Ademuz, Alto Turia, La Hoya Buñol-Chiva, las Tierras del Vino, la Serranía y el Camp de Túria.
Hasta ahora parecía que la separación de los biorresiduos era una quimera cuya aplicación nunca se pondría en marcha. Sin embargo, ya está aquí. Nos afecta a todos y es entre todos como mejor se podrá llevar a cabo. Los ayuntamientos deberán aprobar planes de residuos municipales para que los vecinos de cada uno de los municipios valencianos se encarguen de efectuar una separación efectiva.
A pesar de que la conciencia ambiental y de reciclaje es una conducta que en los últimos años muchos ciudadanos han adoptado e interiorizado en sus hogares como algo consustancial a la propia existencia, todavía estamos lejos de cubrir o alcanzar las expectativas que nos hemos marcado.
La concienciación debe iniciarse en los más pequeños e impregnarse en todos los segmentos de la población, sin ningún tipo de excepción y sin olvidar a las grandes multinacionales que deben cumplir toda la legislación en materia de sostenibilidad y erigirse en un espejo para el resto de la sociedad. Grandes potencias como China, Rusia o Estados Unidos deben implicarse sin ambages.
El camino no será, en efecto, fácil pero solo así garantizaremos la supervivencia de todas las especies, entre ellas la nuestra, y la biodiversidad para que casos como los que se están analizando en el Ártico dejen de ser habituales y se conviertan en atípicos.