En nuestra Sección, a camino entre nostálgica y retrospectiva, volvemos la vista atrás y centramos nuestros pensamientos en otro de los grandes personajes que forjaron la leyenda del equipo de L’Eliana. Nos dejó físicamente en el año 2010 aunque su espíritu sigue teniendo completa vigencia en el Club. Recordamos a alguien que ya vistió estos colores a principios de los años cuarenta, justo los tiempos de la casaca rojiblanca.
De 1943 data la única foto que se conserva con Juan Llopis enfundado en la elástica que ya había lanzado su dardo envenenado al corazón de nuestra protagonista. Fue toda una historia de amor, interminable, a unos colores, a una bandera, a todo un colectivo humano. Curiosamente, el guardameta es Manolo Tamarit, uno los pocos supervivientes -si es que queda alguno más- de aquella instantánea inolvidable.
Si vestido de corto tuvo una aportación aceptable al equipo, la actividad que lo catapultó al reconocimiento público y unánime fue la de directivo. Fue segundo de abordo, cargo absolutamente vital en todos los Clubes de fútbol. ¡El mejor de todos! Labor de muy estrecha colaboración con Presidentes de profunda raigambre en este pueblo, como el mencionado Manolo Tamarit o Pepe Marco. Su fidelidad, a prueba de bomba, su constante y desinteresado esfuerzo de ayuda con absolutamente todo el mundo que colaboró con él, en aquellos años, lo marcó para siempre. Nunca una mala palabra, siempre bondad en su trato, sincero y directo.
Acérrimo seguidor del equipo y trabajador incansable. Era del todo habitual, para todos los rivales que visitaban el Municipal elianero, encontrarlo antes de los partidos en la zona de tribuna lindante con el terreno de juego. Y siempre su sonrisa, la hospitalidad, el apretón de manos con el que siempre recibía a los forasteros deportivos. Fueron años de gran apogeo del considerado deporte rey en España.
Con su buen hacer logró hacerse un nombre en el mundillo del fútbol regional valenciano. Querido, respetado y admirado por todos. Fue un ejemplo de lo que es un buen directivo en este deporte. Humilde, bonachón, siempre con las ideas claras. Siempre tuvo un don especial para saber cuál era su papel específico. Pero, a la vez, trabajador a conciencia, infatigable y tenaz cuando algo se le metía entre ceja y ceja.
Su actividad profesional fue la pintura, donde también destacó en unos años de bonanza de la Construcción. Además, colaboró de manera muy activa con el Ayuntamiento de L’Eliana, siendo designado para ocupar una de sus Concejalías. Sus hijos, Juan Antonio y Mari Carmen, tomaron diferentes derroteros pero ambos siguen siendo, donde quiera que están, el auténtico reflejo de su padre. Juanito ha seguido los pasos laborales de su progenitor. En cuanto a Mari Carmen, podemos encontrarla todos los días en el Ayuntamiento. Es una bendición, la imagen viva de la dulzura, de la bondad, de la amabilidad con la que trata a cualquier ciudadano que se persona en la Casa Municipal.
En la vida privada Juan formó pareja inseparable con su amada María, María Torrent. Precisamente, uno de los hechos más emotivos que se recuerdan, en el Club de fútbol de L’Eliana, acaeció en la Gala del 27 de julio de 2012, cuando nuestro homenajeado obtuvo la Insignia de Oro y Brillantes, a título póstumo, por parte del Club, galardón muy pocas veces concedido durante las ocho décadas de existencia del equipo. Fue ella quien, en el momento culminante del acto, a duras penas pudo contener la emoción y recogió el preciado galardón otorgado a su marido, en justa recompensa a la labor de toda su vida. El local se venía abajo. Bajo una atronadora ovación, y con las lágrimas a flor de piel, besó la imagen de su marido, grabada a fuego en la Placa conmemorativa que fundía para siempre su imagen con el escudo de este equipo. Fue el “Beso más Maravilloso del Mundo”.
Fue un instante inolvidable para todos los presentes porque en los labios de la Señora María no sólo participaban sus hijos, Juan Antonio y Mari Carmen, más el resto de familia presente. Estaban impregnados los mejores sentimientos de todos los asistentes al evento. Como una caricia, como un abrazo al viejo amigo….
“Com estàs, Juan? Enhorabona! Feia temps que no ens véiem!”
Fue toda una declaración de intenciones. El aplauso unánime a un hombre tremendamente bueno. Fue pintor y sus trazos, más sueltos que nunca, no se ciñeron jamás a su quehacer profesional. Con la exclusiva ayuda de sus pinceles de humanidad iluminó muchos caminos en este Club. Transformó un equipo, que venía del blanco y negro, hasta vestirlo con todos los colores del arcoíris. Fue toda una bendición para sus coetáneos compartir vida con alguien tan inolvidable como Juan Llopis Ballester. Él llegó a convertirse no sólo en pintor de las ilusiones de un mero equipo de fútbol. Se convirtió en….
el Pintor de todos los Sueños de L’Eliana.