¡Aquel equipo voló… hasta las estrellas!

 ¡Aquel equipo voló...hasta las estrellas!. Conenplas La Eliana. Por Rafa Guillot

 

La foto que ilustra el reportaje data del año 1980, precisamente en el feudo elianero del Pabellón Municipal, que tenía entonces, tan sólo, seis añitos de vida. Es una imagen impactante, no sólo por el cariño que transmite sino por la energía que emerge de aquellos gladiadores deportivos, los que confeccionaban la plantilla baloncestista de la S.D. L’Eliana, en su Categoría Juvenil. Sí, amigos, la media de edad de aquellos chavales rondaba los diecisiete añitos.

 

 

Se hace conveniente ilustrar, aunque muy brevemente, el momento que vive ese deporte, en nuestra tierra, a principios de la década de los ochenta. Cuesta creer, pero ¡Valencia no tiene ninguna participación en la Primera División Nacional! Todavía no se ha fundado el Pamesa Valencia / Valencia Basket. Tan sólo podemos localizar la Sección de Baloncesto del Valencia C.F. No es para enorgullecer el desdén de la considerada tercera ciudad española hacia un deporte tan noble.

 

En el panorama nacional, es curioso hacer el apunte de que nuestros héroes elianeros son, prácticamente, coetáneos al malogrado Fernando Martín. En ese año, el muchacho, aunque es juvenil, ha sido ascendido a jugar, con categoría de Senior, en la primera plantilla del prestigioso equipo de Estudiantes. Ha cumplido Fernando los dieciocho años de edad.

 

Nuestros jóvenes elianeros baloncestistas tienen como iconos a los últimos referentes del equipo madrinista cuya hegemonía provenía desde principios de los sesenta. Nombres como Corbalán, Rafael Rullán o Wayne Bravender, están en la mente de todos.

 

Sin embargo, 1980 es el inicio de la supremacía del F.C. Barcelona. Campeones de Liga y Copa. El nacimiento de la “década prodigiosa”. El listado es interminable, Epi, Chicho Sibilio…

 

¡Ése era el caldo de cultivo de una pasión creciente en nuestros muchachos de L’Eliana!

 

Y no pudo tener el conjunto un mejor mentor. Fue mucho más que un entrenador, un “trainer”. Enrique Dáries fue el canalizador perfecto entre la realidad y la ilusión. Enamorado de la tarea encomendada, fue todo un ejemplo de entrega absoluta al equipo. Para los propios jugadores fue todo un privilegio ser receptores  de sus sabios consejos y enseñanzas. ¡Qué maestro fue en el arte de dosificar los minutos de participación exactos para cada jugador! Nunca una mala palabra y siempre buenas, maravillosas, acciones. Sin duda ninguna, Enrique fue el “cooperador necesario” para el éxito de la empresa. Es lo que tienen las grandes personas, el poso que dejan en el vaso.

 

Pronto puedo comprobarse que el equipo, bajo la batuta de Enrique Dáries, se configuró como una máquina perfectamente engrasada. Adoptando el símil interestelar, los jugadores se articulaban como los planetas, que giraban alrededor de la estrella, que, sin duda ninguna, fue el mítico Salvador Desco Coll, más conocido por “Savalín” o, incluso “atovò” (éste último cariñoso apelativo por la raigambre profesional de su familia).

 

Savalín, ¡otra vez ese nombre! Ahora en el baloncesto. En realidad, él era futbolista, baloncestista, atleta…. No pocas voces lo siguen situando como el mejor de todos los tiempos en este pueblo de L’Eliana. Precisamente, podemos citar que, ya en esa etapa juvenil, llamaron a sus puertas importantes Clubes e, incluso, estuvo a un paso de engrosar las filas de la Selección Española. Tal era su categoría inigualable. ¡Y lo que son las cosas, se decantaría después por el fútbol! Mencionábamos a Fernando Martín y es inevitable la comparación, salvando las distancias, con nuestro “fernando martín de L’Eliana”. Dos estrellas, con trayectorias, en el deporte y en la propia vida, muy parejas. Su luz jamás dejará de alumbrar a los grandes deportistas, a los elegidos para el Olimpo.

 

El astro elianero era, como todo buen base que se precie, el jugador más habilidoso del equipo, quien no sólo dirigía, sino que era capaz de sacar de la chistera las jugadas más inverosímiles, las canastas más increíbles, tal era su virtuosismo. No olvidemos que todavía no existían las de tres puntos. Pero daba igual, Savalín encestaba de dos puntos en todas las maneras posibles. Su clarividencia le posibilitaba todo. Fue un deportista íntegro, un superdotado y un ídolo inolvidable.

 

Afortunadamente, no todo se fue con él. Su hermano Rafa Desco, posee toda la esencia, el mismo gen familiar. Actualmente, en su labor de Dirección, en el Colegio Helios, es una persona tremendamente querida por todos, muy buena persona y un amante nato del deporte. Sin duda, garante vivo de lo mejor del apellido Desco.

 

Pero él estuvo extraordinariamente respaldado por una legión casi heroica de jugadores. Otro, con la misma demarcación, la de base, era Manolo López. Fue también éste otro efectivo muy inteligente y escurridizo. En la foto aparece agachado, en el centro, enfundado en su chándal.

 

El último base, como tal, del conjunto fue Kiko Espiazo (primero por la izquierda abajo), el “bombero” –por su profesión-. Sus características eran muy parecidas a sus compañeros de demarcación. Probablemente, era el más rápido en su puesto. Tenía una visión muy clara del baloncesto. Jugaba él y daba un ritmo especial a todo el equipo. Sin duda, un fantástico jugador.

 

Los aleros del equipo fueron Ximo Zaragozá (en la foto, cuarto superior desde la izquierda), Miguel Coll (agachado, segundo por la izq.) y Vicent Camps, “el pulet” (agachado, primero por la derecha). En el caso del primero, fue un jugador velocísimo, cualidad que no estaba exenta de la técnica que poseía. Casi fue un escolta, su ayuda al base del equipo era de un valor estratégico. El segundo de ellos, Miguel era muy habilidoso, jugador muy luchador y tremendamente práctico, un muy buen fichaje.

 

Vicent Camps fue el alero que completaba el trío. Era el jugador más fuerte del equipo. Su fortaleza le permitía zafarse con todo tipo de rivales. Fue un auténtico “todoterreno”. No han podido olvidarse sus increíbles canastas desde mucho más de los “seis veinticinco” (¡si es que hubiesen existido en aquellos tiempos!). Fue un exponente muy claro de lo que es un jugador “de equipo” que siempre llevó muy dentro su pasión por el equipo de su pueblo. Es una extraordinaria persona, muy querida por todos.

 

Para el puesto de ala-pivot contábamos con otro de los grandes de aquella hornada privilegiada de jugadores. Perteneciente a una saga familiar deportista, de amplia raigambre en este pueblo, pudimos disfrutar del mejor Adolfo Cambra de todos los tiempos. Siempre se dijo de él que era el gladiador del equipo, el que más intimidaba a sus rivales. La realidad fue que disfrutaba mucho practicando este deporte y eso trasminaba desde el primer momento. Adolfo era un atleta integral, con unas condiciones físicas portentosas y tiene bien ganado su puesto de privilegio en un equipo plagado de grandes jugadores.

 

Miguel Llopis (tercero superior desde la izquierda) fue el segundo ala-pivot del conjunto. Jugador muy disciplinado y correcto en su juego. También de los considerados “valientes”.

 

Y llegamos a los pivots del equipo. Para tan sensible demarcación, dos jugadores de auténtico lujo, el zurdo Vicent Coll (en la foto, superior segundo desde la izquierda) y Rafa Vidal (abajo, segundo desde la derecha). Eran las posiciones que más cerca de la canasta jugaban, tanto en ataque como en defensa, los que más intimidaban a sus oponentes, sobre todo en el caso de Vicent. Famoso se convirtió su estratosférico gancho con su poderosísima zurda. Un equivalente perfecto al celebérrimo “gancho de Luyk” del mítico madrinista. De Rafa Vidal podemos mencionar que cuando finalizó su práctica activa pasó a ejercer el puesto de entrenador. Hoy en día ocupa dicho cargo en Paterna.

 

En definitiva, fue una generación de privilegiados que sólo trajo venturas al deporte de L’Eliana. Se pasearon en una época en la que comenzaron a emerger los grandes pabellones en nuestra región. El de Lliria, el de las Escuelas Profesionales de San José o el de Don Bosco son claros exponentes.

 

Daba gozo verlos uniformados con sus impolutos chándales, cuando se fueron de vacaciones, como regalo final de campaña, a Palma de Mallorca. Nuestros elianeros, con todo el glamour, más bien parecían auténticos jugadores de Primera División. Fue toda una suerte contar con una generación de baloncestistas tan privilegiada. Siempre quedará la duda de saber qué hubiera sido de ellos si hubiesen prosperado en la Categoría Senior.

 

Es curioso, también, mencionar el salto que dieron algunos de sus jugadores al deporte rey, al fútbol. Kiko Espiazo, Savalín y Ximo Zaragozá fueron, después, fantásticos futbolistas.

 

A Vosotros, que cincelasteis con letras de oro vuestros nombres en la Historia del Deporte de este pueblo.

 

A Vosotros, que, con vuestra juventud, os dejasteis la piel, el sudor y la sangre, en cada partido que disputasteis.

 

A Vosotros, que portasteis, con el mayor de los honores, el escudo de este pueblo por todos los pabellones de la región valenciana.

 

A Vosotros, pero no sólo a Vosotros. A Vosotros y a todos los que os jalearon sin descanso durante aquel corto, pero intensísimo periplo de tiempo en el que se forjó una leyenda, una plantilla de jugadores inolvidable. A Ellos, a aquella fiel hinchada, por no dejar nunca de manteneros en una frenética lucha que parecía ir contra corriente, porque el baloncesto luchaba sin descanso, por abrirse camino frente al deporte rey en España. Desde el Presidente del Club, Junta Directiva, Entrenador, Cuerpo Técnico, Masajista,… y hasta el último de los aficionados que vivió esos mágicos años, esos en los que sobrecogía acceder al recinto cuando disputabais un partido.

 

El sonido de vuestros propios gritos, en el fragor de la batalla, se fundía con el penetrante de cada impacto de la pelota sobre el pavimento, convirtiéndose en melodía con la distancia.

 

A Vosotros, a todos Vosotros, más de tres décadas después, va dirigido el Homenaje máximo que os rinde todo vuestro pueblo, en forma de crónica de este humilde periódico. Ni treinta, ni cincuenta, ni cien años serán suficientes para que la hazaña que protagonizasteis pueda ser olvidada.

 

Pero este cálido tributo no tendrá como techo el del legendario Pabellón Cubierto del Polideportivo Municipal de L’Eliana ni, como suelo, aquél de rojizas losetas de gres que vuestras zapatillas se encargaron de erosionar con vuestras carreras, sino que recorrerá millones de kilómetros hasta el Cielo estrellado, para que lo reciba directamente la que fue figura cumbre, e irrepetible, de vuestro equipo, el que fue vuestro “Salvador”, y no sólo por su nombre.

 

Aquellas escasas dos, tres, temporadas marcaron toda una época y fueron un hito. No sólo fue por la felicidad que transmitieron. Lo suyo fue un auténtico Vuelo, sin aterrizaje, a lo más alto. Aquel equipo alcanzó todas las metas que se propuso.

 

Fue un corto pero intenso sueño clavado en nuestras mentes. Lo de aquel equipo fue, sin duda,

¡Todo un maravilloso Vuelo hasta las Estrellas!

 Conenplas La Eliana Basquet Club

 

 

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