Pocas veces pueden contemplarse hechos tan singulares como éste. Marcar, con letras de oro, su impronta en la Historia de un Club, tal y como hizo un equipo de juveniles, en un periodo de tiempo como es una sola temporada –la 1963/64-, para ser recordados con tanto honor, más de 50 años después, está al alcance de muy pocos. Pero es que aquellos juveniles, bajo el sabio timón del gran mito Vicent Cortina –quien, precisamente, se estrenaba como entrenador- eran una “máquina diabólica” en el terreno de juego. ¡Qué nivel, que clase tenían todos! ¡Cuán conjuntados estaban! El Míster elianero inició ese año su magna leyenda en el mundo del deporte en L’Eliana. Más que mentor deportivo era un “padre”, un segundo educador.
En los albores de la década de los sesenta, y como continuación de las etapas anteriores el “Retor”, señor Francisco Escolano, vuelve a dejar patente su influencia. Buena parte de los equipos de aquella época solían adoptar alguna sigla religiosa o de simpatía al Régimen. En L’Eliana fue lo primero, dando cierto viraje al sentimiento de los años treinta. Se había formado la J.A.R.C. (Juventud de Acción Rural Católica).
Pese a la insultante juventud de sus jugadores, casi todos rondando los 15 años, lograría confeccionarse un plantel absolutamente extraordinario de futbolistas. Durante los siguientes años este equipo fue apagando los ecos del que jugó en la era de los cincuenta. El relevo generacional se produjo de manera paulatina, propiciado por la fuerza arrolladora del equipo de la J.A.R.C.
Se consiguió una maravillosa simbiosis entre generaciones. Los padres, protagonistas activos de las etapas precedentes, y los hijos, igual de felices que aquéllos por seguir manteniendo vivo el sueño de algo que era mucho más que un equipo de fútbol, era un modelo de vida.
Es una etapa, recordamos, en la que el equipo seguía sin estar federado y representa la época de oro de los campeonatos comarcales. La Pobla, Lliria, Vilamarxant, Benaguasil o Casinos serán rivales habituales.
En esos años precarios fue necesaria la implicación de todo un colectivo de personas, no sólo futbolistas, para llevar la operación a feliz término y sacar de donde no había. Aquellos héroes silenciosos se las ingeniaron para encontrar jugadores, buscar entrenador, campo, árbitro, equipajes, directiva, balones, vehículos para los desplazamientos…
Eran un grupo humano formidable. Sobrecogía ver cómo se animaban entre ellos. Junto a los jugadores de campo llevaban acompañantes inolvidables. El fiel José María, conocido como “Taio” o el inseparable “tío Mael”, que siempre aparecía en las fotos.
Tubo el equipo su “bestia negra”, el Club de los Muchachos, al que nunca se consiguió doblegar. Llevaba el equipo, tras de sí, una “corte” de bellísimas e entusiastas seguidoras, tan dignas de la gloria como ellos. Fue nuestro equipo casi como “de verano”, porque en invierno no se disputaban encuentros.
En cuanto a jugadores, ¡vaya elenco estelar! Ya en la puerta, Juanito “Japón Marco”, todo un prodigio de técnica, reflejos, colocación o valentía, fichaje posterior del Levante UD, al igual que el principal bastión central de la retaguardia, Salva “Quincoces” Andrés. Éste último, más un muy técnico, pero brillante y efectivo, Paco Coll, y “Miguelito” Comes, una auténtica pesadilla para cualquier delantero, formaban el fabuloso trío defensivo.
La línea de medios era de auténtico lujo. Dos stoppers de lujo, procedentes de la saga Dáries, Ricardo “corazón de león”, único Balón de Oro –viviente en la actualidad-, que se contraponía perfectamente con José Ramón, éste de juego más tranquilo, aunque muy técnico. Ricardo era pura casta. Ha sido uno de los jugadores más completos de todos los tiempos.
Para la delantera, ¡auténtica dinamita! José Luís “Lolo” Coll, por la derecha. Era éste un jugador explosivo, luchador y técnico. Con el “8” la imagen pura del nervio, ¡qué casta de la del inmortal Ramón Marco, nuestro “Parrita”. Por la izquierda, otro interior de altura: Pep Escrivá, Bota de Oro del Club. Éste fue muy polivalente, o interior o delantero, pero extraordinario jugador.
Otro gran jugador que alternó posiciones en el centro del campo, el canterano Luís Navarro “Vichi”, muy técnico y buen jugador, de los grandes. Pero, en posiciones de vanguardia nos encontrábamos con otro lujazo, Amadeo Marco, también de depurada técnica. En su haber, la autoría del primer gol oficial en el Campo del Polideportivo. Junto a ellos, Toni Landia, conocido como “Re”, buen jugador de equipo, y otro purasangre en la punta izquierda, Vicent Dáries ¡Pero qué bien jugaba este tío! Al añorado Salva, primer Balón de Oro en la Historia del Club, sólo le faltó tiempo para desarrollar lo mucho, y bueno, que llevaba dentro. Daba gusto ver a los hermanos Dáries. ¡Llegaron a alinearse juntos los cuatro! Vicent, José Ramón, Ricardo y Salva. ¡Flor y nata de este Club!
Siempre dejaron el pabellón muy alto, dentro y fuera de los terrenos de juego. Es célebre el enfrentamiento al equipo de Benaguasil, en el Camp del Barranquet. Lo que, inicialmente, parecía una trifulca entre jugadores acabó en fraternal acto deportivo, ante un escenario que acabó aplaudiendo a todos.
Uno a uno y en equipo. Fuerza, técnica, fútbol, juventud…. aquellos muchachos lo tuvieron todo. ¡Cuántos partidos en nuestro Campo del Pedrusco! El legado para la posteridad de aquella escuadra formidable, confeccionada por Vicent Cortina y pulida por una generación de futbolistas extraordinaria, es de una magnitud gigantesca.
Enfundados en la vieja elástica de algodón, de un color rojo tan intenso como el de la sangre que fluía por las venas de todos ellos. Sí, todos eran casi adolescentes, pero aquellos chavalitos de la JARC marcaron toda una época de gloria y esplendor en el pueblo de L’Eliana.