BANNER LLIRIA

Ricardo, Corazón de león elianero

Pocas veces se viste tan de gala una Redacción como en esta ocasión tan señalada. Y se hace porque no todos los días se tiene la suerte de homenajear al único Balón de Oro, viviente, del equipo de fútbol de L’Eliana, que corresponde a toda una trayectoria, más bien, a la de toda una vida entregado al deporte, en general, y al fútbol, más en particular.

Dicho galardón tan singular le fue entregado en la Gala del 27 de julio de 2012, ante un público que aplaudió sin descanso mientras Ricardo recibía una Placa singular que condensaba, en texto e imagen, su propia vida deportiva con los colores del equipo de su pueblo.

Hablar de uno de los “patriarcas” deportivos de la saga más prolija del Club en toda su trayectoria es hacerlo con letras mayúsculas. Pocas veces alguien ha demostrado tanto amor a un equipo, a un Club, como Ricardo. El mismo que fomentó, en propia carne, desde que él mismo era un niño, fue el que traspasó a todos sus hijos. Es muy difícil hablar de un Dáries, exclusivamente, sin tener en consideración a todo el apellido, que se ha convertido en auténtica institución en este pueblo.

Ya aparece a los once años de edad, en el año 1957, en el Campo del Pedrusco y en un equipo infantil, pre juvenil, de L’Eliana, con equipaje rojiblanco y una melena rubia con la que ya quiere comerse el mundo que tiene por delante. Toni Landia, José María Marco o el que iba a ser gran compañero deportivo suyo en la etapa adulta, el añorado Ramón MarcoParrita”, entre otros, formaban parte, también, de aquellos “bocetos” de equipo infantil o juvenil. Sin embargo, él ya esperaba, impacientemente, cumplir algún añito más y formar parte del equipo del pueblo, lo cual no tardaría en llegar.

En el año 1963 es pieza clave del mejor equipo juvenil elianero de todos los tiempos, del que ya se ha hecho eco Infoturia en otro reportaje, el de la J.A.R.C., en el que es pupilo de un entrenador “debutante” que iba a tener gloriosa trayectoria posterior, Vicent Cortina. Tiene el inmenso aliciente, además, de alinearse junto a dos de sus hermanos, Vicent y José Ramón.

Vicent se ubica en la delantera, donde no tardará en ser gran goleador, mientras que José Ramón lo hace en la media, al igual que nuestro protagonista de hoy, Ricardo, que suele jugar como “6” nato. Es un mediocampista, un “todoterreno” poderoso. Su espigada complexión es incrementada por una fibrosa masa muscular que le aporta potencia y velocidad al mismo tiempo. Fue titular indiscutible para Cortina. Lo suyo en esta etapa no fue sino el preludio de lo que iba a resultar una de las carreras deportivas más triunfales en un deportista vernáculo de esta población.

Coincidió muy poco con el menor de los hermanos, el primer Salva, de inmortal recuerdo en el equipo y en el pueblo. No en vano, Salva recibió también, a título póstumo, el Máximo Galardón otorgado por el Club, el Balón de Oro, aunque en este caso, y como constará siempre en la Historia, Salvador Dáries Lacorrea fue el primer futbolista en recibir tan memorable distinción.

No se pueden dejar de mencionar a compañeros de equipo, y de generación, que tanto marcaron su trayectoria, porque una estrella se ilumina de la propia luz que le reflejan aquéllos. Además de sus hermanos, el mencionado Parra, Salva Andrés, el legendario guardameta “Japón”, los hermanos Coll, “Vichi”, Miguel Comes, Pep Escrivá… en definitiva, gran parte de aquella mítica formación.

La verdadera dimensión de Ricardo se materializa una vez cumplido el Servicio Militar. Regresa al equipo, ya en etapa senior, con tan sólo 22 años. Su condición física da un cambio considerable. Aquel muchachete se ha convertido en todo un atleta. El cambio ha sido vertiginoso. Cualquier rival que se las vaya a ver con él, en el terreno de juego, ha de pensarse muy bien con quién va a pugnar. Es el complemento que le faltaba para ser un jugador total. Técnico como él sólo pero fuerte y poderoso como un roble. Pronto se convierte en uno de los pilares básicos del equipo. Es puro nervio. Vive los partidos con gran intensidad. Se recuerda, como entrañable anécdota, aquella ocasión, durante un encuentro, en la que el voltaje subió hasta los topes entre dos “leones”, buenos amigos por otra parte, Parra y Ricardo. Al final del partido, apretón de manos, abrazo y ¡aquí no ha pasado nada!

Como era de esperar, muchos equipos rutilantes de aquel entonces pusieron su “codiciosa” mirada deportiva en ese mediocampista que tanto sobresalía. A pesar de considerarse elianero, por los cuatro costados, decidió probar suerte en alguno de ellos, a sabiendas de que regresaría al equipo de su pueblo, tarde o temprano. Es la segunda mitad de los sesenta. Desde sus comienzos, los Clubes que apostaron por Ricardo, entre algún otro más, fueron el del Patronato, el de la Vall de Uxó –donde cuajó una temporada excepcional-, o su triunfal campaña en Catarroja. Tampoco puede olvidarse su ciclo en Benaguacil.

Después de esos periplos nos encontramos con la etapa madura de Ricardo, la de un futbolista plenamente cuajado y al que, sin embargo, le puede la eterna “morriña” por el equipo de su pueblo. Volverá con todos los honores y vivirá el nacimiento y etapa más trascendente del equipo de su pueblo, la Sociedad Deportiva L’Eliana.

Se cuenta, como anécdota, que, en una de sus últimas temporadas, ya rebasados los treinta años, se comentó que era alineado por cierto favoritismo con una “vieja” estrella como él. Al final de temporada, su buen hacer dio la razón a su entrenador, el eterno Vicent Cortina, por haber confiado en él. Ricardo Dáries fue uno de los mejores de su equipo.

Bajo mandato presidencial de Manolo Tamarit, en primer lugar, y de Pepe Marco, posteriormente, culminará su carrera deportiva como futbolista en activo. Además de los mencionados anteriormente, se han incorporado nuevas caras al equipo, Juan Andrés –el inmortal “pijo”-, Andrés Andrés, Pepe Íñiguez, Vicent Giner o Carlitos Xalmet. Es la época dorada de un extraordinario equipo. Todo ello puso broche de oro a una trayectoria triunfal e irrepetible.

Su amor por el fútbol no cesa una vez finalizados los años como futbolista en activo y siempre estará ligado al deporte en este pueblo. Cabe citar, como anécdota, su mastodóntica labor en el acondicionamiento del actual Polideportivo en sus inicios, allá por el año 1972. Desde bien temprano se ponía a sudar como el que más, haciendo todo lo que hiciera falta, bien trayendo o llevando tierra –no existía, obviamente, la capa de césped artificial- o dirigiendo trabajos en la construcción de los vestuarios, o lo que fuera. Allí estaba Ricardo siempre.

Su trayectoria profesional, digna de toda admiración, ha sido la Dirección de una empresa constructora propia, y siempre con el apoyo de su apoyo de su inseparable Xelo. ¡Quién no conoce el establecimiento Blai en este pueblo!

Pero, además, Ricardo pudo culminar también otra de sus grandes ilusiones, la de que todos sus vástagos triunfaran, también, en el mundo del balompié y, si era posible, también lo hicieran en el equipo de este pueblo. Su primogénito, homónimo a él, aunque muy conocido como “Ricky”, ha sido el futbolista que más campañas ha vestido la roja. Actualmente, el primogénito es uno de los mejores entrenadores del fútbol regional valenciano. ¡De casta le venía al galgo!, pero del segundo, Salva, ¿qué decir? Un virtuoso del futbol, un triunfador. Hace algunos años que triunfara en Sueca, de Tercera División, y el recuerdo que dejó es maravilloso. Hablan y no paran de aquel “pelirrojete”. El último, masculino, de la saga, Blai no anduvo, ni mucho menos, a la zaga. ¡Vaya trayectoria con el Saguntino, de Tercera División! Su única hija, María, también ha defendido con honor esta camiseta, en el equipo femenino. Pero, al final del camino ¡todos han acabado sus días en su equipo, en el que llevan en el corazón, ése que su padre les metió en la cabeza desde muy pequeñitos. Para toda la saga Dáries, incluyendo padres, hijos, tíos o sobrinos, hablar del equipo de L’Eliana y es hacerlo del más grande. En definitiva, los hijos han honrado a su padre, continuando la estela victoriosa de éste y elevándola a su máximo exponente.

En muy contadas ocasiones se adecúa, a una persona, tanto su propio nombre, y el lema al que históricamente va asociado, “Corazón de León”, porque, en verdad, Ricardo Dáries Lacorrea ha sido el más fiero león que jamás ha vestido la elástica roja y cuyos feroces rugidos jamás dejarán de sonar en este pueblo. ¡Aquel Ricardo es irrepetible!

Comentaris tancats

Respondre

La vostra adreça de correu electrònic no es publicarà