Zaira es una niña de 12 años. Nacida en Casinos, estudia en 6º de Primaria en el CEIP ‘La Pau’. De mayor quiere estudiar Magisterio, para ser profesora de educación Física. Y le encanta jugar al fútbol.
A simple vista, es una niña como cualuqier otra. Pero si charlas con ella, percibes una madurez impropia de su edad. No es muy habladora, pero sí muy certera en sus comentarios. Piensa lo que dice y dice lo que piensa; es decir, que es reflexiva y, al mismo tiempo, tiene la lógica espontaneidad de su corta edal. Y mucho carácter. Está acostumbrada a luchar contra cualquier obstáculo que se ponga en su camino.
A Zaira le gusta el futbol desde muy pequeña. Pero, a los nueve años, quiso comenzar a practicarlo. Sin embargo, son pocas las niñas que quieran jugar al fútbol; así que si quieren disputar partidos, deben hacerlo en equipos mixtos (con niños y niñas). en su caso, ella era la única niña. Y eso fue todo un reto.
“Yo quería ser una más en el grupo. Pero mis compañeros no me pasaban la pelota. O, cuando nuestro equipo marcaba un gol, nadie lo celebraba conmigo. Eso me ponía triste”. Zaira, que siente pasión por el balompié, comenzó a practicarlo cuando un profesor suyo (Voro Farinós) la animó a hacerlo: “Voro siempre se ha portado muy bien conmigo. Lo aprecio mucho, me trataba como a una hija”, explica Zaira.
No es fácil para una niña de 9 años comenzar a jugar al fútbol contra equipos de chicos. Muchos padres tienen reticencias; Sari, madre de Zaira, tampoco lo veía claro al principio: “Los niños son más fuertes y tienes miedo que puedan lastimar a tu hija. Pero la vi tan ilusionada que pensé: no me voy a negar, si ella tiene tantas ganas”. Zaira superó así la primera piedra en su camino, y asegura que hay otras dos amigas suyas que también jugarían con ella si sus padres no se opisieran. No lo dice como un reproche: sólo señala que su caso no es único en Casinos.
El segundo escollo no está relacionado con los temores iniciales de su madre, sino con el aislamiento al que la sometían sus compañeros de equipo. Se puede entender que, niños de edades tan cortas, puedan llegar a actuar de un modo poco adecuado… ya que necesitan aprender ciertos valores, como la igualdad entre géneros, la tolerancia y el respeto por el prójimo. Si no se les enseñan bien, ellos niños pueden no responder de forma adecuada. Esos problemas, por suerte, forman parte del pasado. “Quiero dejar claro que ahora mis compañeros se portan bien conmigo”, dice Zaira. Luego explicaremos cómo cambió dicha situación.
Antes queremos detenernos en el tercer obstáculo que tuvo que superar Zaira: el de algunos adultos que, no sólo no transmitían una adecuada educación a sus hijos, sino que llegaban a minar la moral de una niña que ahora tiene 12 años, con comentarios inaceptables. El menos molesto era “el fútbol no es cosa de niñas”; el más hiriente era hablar sobre la posible orientación sexual de una niña.
Es una auténtica aberración, en pleno siglo XXI, y pedimos una reflexión profunda de aquellas personas que llegaron a sobrepasar los más elementales principios del respeto y la educación. Uno no entiende cómo se puede ser tan irrespetuoso y malintencionado. La homofobia y la intolerancia son habituales en los campos de fútbol, por desgracia. Hay que erradicarla, entre todos.
Afortunadamente, no todo han sido dificultades en el camino de Zaira: este mismo año, y de forma inesperada, recibió la llamada de la Selección Valenciana de Fútbol. Zaira acudió a las prue- bas deportivas y disfrutó al máximo de esa experiencia. Pronto se corrió la voz y la directora del CEIP ‘La Pau’ pidió permiso a los padres para publicarlo en el tablón del centro. Los padres accedieron, co mucho agradecimiento, y poco a poco cambió la situación. Zaira pasó de estar marginada por algunos compañeros a ser reclamada por quienes antes no le prestaban atención. “No sé si he superado las pruebas de la Selección Valenciana, pero me ha ayudado a que mis compañeros me traten mejor. Estoy muy contenta y hasta me ha cambiado la cara”, reflexiona Zaira.
Así que, poco a poco, ha ido ganándose el respeto de quienes nunca debieron habérselo perdido. Hablamos de una niña que, con 9, 10 y 11 años, ha demostrado una entereza y un carácter dignos de elogio. Su fortaleza anímica está fuera de cualquier duda.
Ahora, Zaira combina los entrenamientos con el equipo mixto y con el equipo femenino del CD Casinos. Allí ha congeniado rápidamente con todas sus compañeras. Su entrenador, Rafa Guillén, la trata como una más… que es justo lo que la niña ha buscado siempre. Para ella es un nuevo reto, ya que debe superar sus limitaciones físicas respecto a jugadoras mucho mayores que ella: “Acabo agotada en los entrenamientos, pero tengo que cumplir como el resto… aunque sólo tenga 12 años”, comenta Zaira.
Ahora, el sueño de esta niña es seguir creciendo… y jugar como portera. Su padre, José, le dice (entre risas) que debe jugar de lo que diga el entrenador y que jugar de portero es más aburrido: “¡Tú no puedes hablar, que ju- gabas de joven de portero!”, le replica Zaira. Ya lo hemos dicho, esta niña es todo carácter y está acostumbrada a superar cada reto que se le ponga por delante.
Acabamos la entrevista y le deseamos mucha suerte, y que siga estudiando y peleando por cumplir con sus sueños. De camino al parking, vivimos una escena que refleja a la perfección el carácter de Zaira. Junto al Campo de Fútbol municipal hay un gran charco; todos lo bordeamos… pero ella, con paso firme, lo atraviesa (sin importarle nada si se le mojan los pies). Y es que una niña que, a tan pronta edad, ha sabido superar tantas barreras en su objetivo por ser jugadora de fútbol, un simple charco no le parece más que una nimiedad. Lo repetimos una vez más: esta niña tiene una personalidad que te acaba conquistando.