Declaraciones de Javier Arnal en la Matanza del cerdo de Serra
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Ayer se celebró la XVI edición de las ‘Jornadas Gastronómicas’ que organiza Vicente Navarro, propietario del restaurante ‘Casa Granero’, con motivo de la tradicional matanza del cerdo.
José García
La llegada del último lunes del mes de febrero marca, desde hace 16 años, el inicio de una celebración popular que mantiene el carácter festivo de una jornada muy especial para los habitantes de Serra: la matanza del cerdo.
Esta fecha, especialmente en el pasado, era largamente esperada por los vecinos de esta municipio del Camp de Túria: la matanza del cerdo suponía el fin de la época de privaciones, en la que debían invertirse los escasos recursos económicos de cada familia en engordar al ‘animal hucha’; a partir de la matanza, llegaba la temporada de disfrutar de todos los recursos alimenticios que ofrece este singular animal, “del que todo se aprovecha”, como siempre recuerda Vicente Navarro, dueño del restaurante ‘Casa Granero’.
En la edición celebrada ayer (son ya 16 años seguidos), Paco Lloret fue el maestro de ceremonias, mientras que fueron premiados Pedro Morán, propietario del restaurante ‘Casa Gerardo’ (en Prendes, Asturias); Ricardo Vicent, impresor y editor; Celestino Ricote, delegado de comunicación de RENFE en la Comunidad Valenciana, Albacete, Cuenca y Murcia; y José Antonio Lozano, pintor.
Vicente Navarro compartió algunas anécdotas a lo largo de la jornada y comentó que “en ningún sitio se pueden hacer mejores negocios que delante de una buena mesa”, para añadir: “como decía mi padre, un quilo de más, una arruga de menos”.
Pedro Morán, por su parte, coincidió con el dueño de ‘Casa Granero’ en la importancia de mantener vivas las tradiciones de los pueblos de España y se mostró sorprendido del modo en que se efectuaban las matanzas de cerdos en la Comunidad Valenciana. “En el norte solemos abrir la panza del animal, mientras que por el Levante se realiza el corte a través de la espalda”. Vicente Navarro explicó el porqué: “Era tradición, en los pueblos valencianos, entregar al matarife los huesos del espinazo… para que pudiera hacer un buen guiso en su casa”.
Durante el sacrificio del animal, Vicente Navarro entregó a los asistentes torreznos y ‘olla de matanza’, un guiso muy sabroso y consistente, con garbanzos, patata, cardo y distintas carnes de cerdo. Posteriormente hubo un abundante y variado festín gastronómico en otro de los restaurantes que son un referente tanto en el Camp de Túria como en la provincia: el ‘Restaurante Rossinyol’, en Náquera.