Asegura que “podremos haber metido la pata, pero no la mano”
Jorge Rodríguez
ha anunciado esta mañana su dimisión como presidente de la Diputación de Valencia tres años después de acceder al cargo y cinco días después de su detención en la operación Alquería por la presunta contratación irregular en directivos en la empresa pública Divalterra.
En su comparencia pública al mediodía en la sede de la corporación provincial, Jorge Rodríguez ha estado rodeado de Toni Gaspar, propuesto por el PSPV para sustituirle en el cargo, Pablo Seguí, portavoz del grupos socialista y de Mercedes Berenguer, entre otros diputados socialistas así como de su jefe de gabinete, Ricard Gallego, también detenido en la misma operación.
En su comparecencia ante los medios, y en la que se no han permitido preguntas Jorge Rodríguez, que está investigado por presuntos delitos de malversación y prevaricación, ha leído el siguiente comunicado:
Pronto hará tres años que asumí la Presidencia de la Diputació de València. Entonces, como hoy, lo hacía desde la convicción de que es desde las instituciones desde donde podemos mejorar la vida de la gente, con la seguridad de que el ejercicio de la política tiene que estar siempre íntimamente ligado a la ética.
A pesar de llegar a una Diputación plagada de casos de corrupción de los anteriores gestores, nos pusimos a trabajar con un equipo plural. Un equipo que a lo largo de todo este tiempo solo ha tenido un objetivo: poner la institución al servicio de pueblos y ciudades, acabar con la arbitrariedad en las ayudas y aplicar criterios justos y objetivos, que la Diputació dejara de dar vergüenza y volviera a ser portadora de buenas noticias.
Modestamente, hasta el miércoles de la semana pasada creo que lo habíamos conseguido. Pero siempre ha existido en nuestra gestión una dificultad añadida, una piedra en el zapato: estoy hablándoles de la antigua Imelsa, hoy Divalterra.
Es mucho lo que mi equipo y yo, junto con mis compañeras y compañeros, hemos reflexionado al respecto de la empresa pública de la Diputació. Primero, pensamos en disolverla, pero nos paró la inseguridad y el abandono en el que dejábamos a las más de 600 familias de los que allí trabajan. Optamos por aquello que entendíamos era lo mejor para controlar la gestión de la empresa: nombrar un equipo directivo de 7 personas, que capitaneadas por dos cogerentes y un asesor jurídico, actuarán de ‘cordón sanitario’ para gestionar una empresa donde todavía continuaban la UCO y muchos de los anteriores gestores.
Fue por eso por lo que, de los 15 miembros del consejo de administración de la empresa, 13 (entre los cuales me incluyo) votamos a favor del nombramiento de un gerente al que dotamos de poderes para contratar a otra cogerente y al asesor jurídico. Con ese mismo ánimo, la firma mancomunada de los cogerentes dotaría a la empresa de una estructura de 7 profesionales que contaran con la confianza del gobierno y de los partidos para poder llevar a cabo la difícil tarea que tenían asignada. Siete personas que, como no podía ser de otra manera, han asistido a su lugar de trabajo y lo han desarrollado con total profesionalidad, hasta hace unos meses, cuando frente a las dudas de carácter administrativo existentes en la contratación, decidimos despedirlos para reestructurar la empresa.
Estoy seguro de que a lo largo de estos tres años de trabajo nos hemos podido equivocar, podemos haber cometido alguna irregularidad de carácter administrativo, podemos haber metido la pata, pero de lo que estoy absolutamente seguro es que nadie, ni yo, ni mi equipo ni ningún otro de las compañeras y compañeros de la Diputació, hemos metido la mano. Podemos haber sido torpes o demasiado confiados pero nunca ladrones.
Con la misma convicción que hace unos tres años llegaba a esta casa hoy presento la dimisión, convencido de mi inocencia y la de mi equipo, pero convencido también de que mi continuidad al frente de la misma no puede contribuir al cambio de la percepción en la que tanto hemos trabajado al largo de este tiempo. Presento la dimisión como presidente de la Diputació de València y lo hago desde la lealtad a las instituciones y a la ciudadanía, que siempre ha guiado y continuará guiando mis pasos. Seguro de mi inocencia y de que, para demostrarla, hoy es mejor estar fuera que dentro de la institución. Puede que alguien piense que, como partido, estamos poniendo demasiado alto el nivel de la ética, pero no voy a permitir que nadie utilice este asunto para dañar aquello que tanto amo.
Quiero agradecer a todo el personal de la Diputació, a las compañeras y compañeros de gobierno, al PSPV y a todos los que, desde la gente de mi pueblo pasando por militantes y dirigentes del partido, alcaldes, alcaldesas, concejalas y concejales, habéis creído desde el primer momento en mi inocencia. Gracias a todas y todos por vuestro trabajo, la pasión y dedicación y el cariño que me habéis hecho llegar estos últimos días.